De ascendencia mexicana, la estadounidense narra la realidad que vivimos muchas familias mexicanas:
“Mi padre no me dejaba entrenar. Recuerdo preguntarle cuál era el motivo por el que no me dejaban, él solo decía -Porqué no y punto-. Mi padre era muy machista, “Yo soy el hombre de la casa y yo decido lo que se hace y lo que no”. Mi mamá no decía nada, aunque ella no estuviera de acuerdo. Me rebelé y fue cuando todo cambió, de pequeña soñaba con ser diseñadora de interiores, pero me sacaron de la escuela y tuve que ir por otro lado……
En 2011 falleció mi hermano, mi mundo cambió totalmente. Mis hermanos tenían su deporte, no me dejaron entrenar nunca, ni hacer nada, ni salir, ni tener amigos. Un día mi papá me sacó de la casa, me corrió. A los 16 años vivía en la calle, vivía en casa de amigos, dónde me dejaran quedar, dormía. Mi familia no me habló durante 4 años, solamente mi mamá me buscaba a escondidas, me decía que me quería mucho y confiaba en mi. Fue un momento donde perdí a mi hermano y después a mi familia. Estaba sola en la calle siendo mujer y muy niña, aprendí muy feo como es la calle.
A los 5 años de esto, mi madre se comenzó a poner muy grave, le dio cáncer en la garganta. Cuando falleció, sentí mucho dolor, ella no lo merecía. En cuánto falleció me deprimí muy feo, me costaba trabajo hasta respirar. Pasando eso, lo demás ya no me da miedo, solo tengo miedo a fallar.
En mi primer pelea, estuve sola, mi otro hermano no me apoyaba, mi padre menos, cuando llegó el día de la pelea me estaban haciendo el vendeja y de la nada se escuchó su voz, lloré de la emoción porque él estaría presente, gané, después pelee para Dana White: Lookin’ for a Fight, sentí tan feo que gané y no me firmaron. Pasaron unos años, pelee para DWCS, mi motivación era que mi madre siempre confió en mí y con eso me bastó, llegué a UFC y comenzaron a creer en mí y por primera vez sentí la emoción de mi familia, estaban contentos, se sentían orgullosos.”

