
Hoy tras una pausa de cinco años, el circuito de Fórmula 1 regresa a China, llevando a los equipos a enfrentar numerosos desafíos técnicos y estratégicos. Este hiato, ampliado por la pandemia, ha convertido a Shanghái en un terreno casi desconocido para las escuderías, especialmente porque la pista ha estado inactiva y se ha utilizado temporalmente como hospital durante la crisis de COVID-19.
La F1 no solo ha visto cambios en las regulaciones y en los componentes como los neumáticos, sino que también introducirá el formato de carrera sprint por primera vez este año en China, lo que genera debates entre los pilotos y los equipos sobre la adecuación de esta decisión. Con solo 60 minutos de práctica libre antes del sprint, las escuderías deben depender en gran medida de las simulaciones para ajustar sus autos a las condiciones actuales del circuito.
El Circuito Internacional de Shanghái, conocido por su combinación única de curvas lentas y largas rectas, presenta desafíos particulares como el graining, un problema que podría ser exacerbado por las bajas temperaturas esperadas. Este fenómeno ha sido históricamente un punto fuerte para equipos como Ferrari, que ha mostrado competitividad en pistas similares.
Los directores de equipo como Christian Horner de Red Bull y Fred Vasseur de Ferrari están conscientes de los retos y oportunidades que este Gran Premio representa. Mientras Horner espera que Ferrari sea un fuerte competidor, Vasseur enfatiza la importancia de la humildad y la preparación desde la primera sesión, reconociendo que cada fin de semana de carrera es una nueva oportunidad para ajustar y mejorar.
Este evento no solo pondrá a prueba la habilidad técnica de los equipos para adaptarse rápidamente, sino también su capacidad estratégica en un formato de carrera que promete ser tan impredecible como emocionante.